Elías Rodríguez Rodríguez
Elías Rodríguez |
El pasado día 26 de febrero del año en curso se clausuró la XVIII Cátedra Cultural Miguel de Unamuno después de cinco días de conferencias y debates en el Salón de Actos de la Casa Museo de Unamuno en Puerto del Rosario y bajo la dirección del catedrático de Filología Hispana de la Universidad de La Laguna, el majorero D. Marcial Morera.
La temática de la que trató el curso era determinar hasta qué punto condicionaron las ciudades de Bilbao, Salamanca, París, Hendaya, Gran Canaria y Puerto Cabras en la vida y la obra de Miguel de Unamuno. Para lo cual se contó con la participación del profesor José Antonio Ereño de la Universidad de Deusto para que nos hablara de Bilbao; D. Pablo Unamuno (nieto), profesor de la Universidad de Salamanca, quién disertó sobre Salamanca; los profesores de la Universidad La Sorbona, Jean-Claude Rabaté y la señora Colette Rabaté que trataron las ciudades de París y Hendaya; el Catedrático de Literatura de la Universidad de Las Palmas, Eugenio Padorno y por el último el profesor Elías Rodríguez Rodríguez que trata de Unamuno en Puerto Cabras y Fuerteventura.
Unamuno y Soriano a bordo del L'Aiglon rumbo a Las Palmas |
El curso se desarrolló con gran nivel y la asistencia masiva hasta el punto el punto de que hubo que acondicionar pasillos y puertas. No olvidemos que estos cursos de 20 horas son evaluables como créditos de libre configuración por la Universidad de La Laguna.
En relación con la estancia de Unamuno en Puerto Cabras y Fuerteventura, el conferenciante se apoyó en una numerosa colección de diapositivas de la época y de manifestaciones que tanto Unamuno como Soriano realizaron en escritos de prensa, sonetos, cartas, comentarios, entrevistas, etc…
Unamuno encontró aquí la paz y el silencio, el osamentado camello y el sabroso queso; el aromático gofio, esqueleto de pan; la espinosa aulaga y las acamelladas montañas de colores ocres y grises; el noble y hospitalario majorero, enjuto, silencioso y sufrido en esos años de pertinaz sequía; el clima evangélico; la verdad desnuda. Y así decía Unamuno al referirse a la isla:
«Esta tierra, esta noble tierra descarnada, les dice a sus hijos la verdad; no les engaña. Y por eso la quieren (...) Fuerteventura no tiene palabra de honor, sino de verdad».
Todo esto lo fue absorbiendo día a día Unamuno en Fuerteventura y lo hizo sustancia de su espíritu y lo metió en su magín llevándose en su peregrinaje por el mundo y dándolo a conocer en sus sonetos, artículos, comentarios, cartas, conferencias, etc. Nunca olvidó su experiencia majorera.
Unamuno rompió con todos aquellos tópicos con que nos cargó algunos historiadores y comentaristas injustamente, tratándonos de «rudos», «torpes» y hasta «vagos». Bien se vio que esos así llamados historiadores no visitaron debidamente la isla y no vieron la cantidad de paredes, gavias, pozos, corrales, además de las enormes sementeras cerealistas que poblaban toda la isla en años lluviosos. Tal fue el arranque de Unamuno contra esas descalificaciones que con ocasión de su estancia en Las Palmas de viaje a Fuerteventura escuchó un cantar que dice:
«Ni en Puerto Cabras hay cabras,ni en La Oliva no hay olivos,ni pájaros en la Pájara,ni en la Antigua hay nada antiguo»
Ante ello, Unamuno exclama: «Y ¡aún quieren, Fuerteventura, robarte tu pobreza». Y continúa Unamuno diciendo:
«Y no es verdad; porque en Puerto de Cabras, aquí, hay cabras –y en su mar, cabrillas–, que lamen las piedras y se mantienen; en La Oliva no vi un olivo (hay acebuches y olivos en finca Cervantes, pero Unamuno no los vio), en la Pájara hay pájaros, y hay algo antiguo en Antigua. ¿Antiguo? ¡Más que antiguo! ¡Eterno! Porque en la Antigua hay, como en toda la isla, el clima, un clima prehistórico».
Unamuno decía que esta isla tenía estilo y argumenta:
Rodrigo Soriano dentro de una descripción que hace de la isla dice de los majoreros: «…recibimos atenciones mil de aquella buena gente majorera, la más cordial, educada y respetuosa, que conocí en mi vida».
«El que es capaz de apreciar la hermosura de una calavera, de un esqueleto, ha llegado a la suprema comprensión del estilo (...) La desnudez, la más noble desnudez, el descarnamiento más bien, es el estilo de esta isla afortunada, en que se gusta toda la hondura del aislamiento. Y el estilo de esta isla es ella misma, es la misma isla. Espíritu y cuerpo son una sola y misma cosa. Su cuerpo es ella misma, es la isla como valor espiritual y eterno (...) Y esta isla… ¡Vaya si tiene estilo!... Existe y tiene su estilo, el estilo de la desnudez, el estilo de la sinceridad toda ella. Aquí no hay embustes ni ficción».
Rodrigo Soriano dentro de una descripción que hace de la isla dice de los majoreros: «…recibimos atenciones mil de aquella buena gente majorera, la más cordial, educada y respetuosa, que conocí en mi vida».
No hay duda que Fuerteventura le debe mucho a Unamuno y viceversa. Desde el punto de vista literario, como bien sostiene el profesor Marcial Morera, hay una Fuerteventura antes de Unamuno y una Fuerteventura después de Unamuno.
Elías Rodríguez Rodríguez
En Villaverde, a 6 de marzo de 2016
Artículo relacionado: Rodrigo Soriano Barroeta-Aldamar
MÁS INFORMACIÓN: http://fuerteventuralimpia.blogspot.com
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Aunque parezca mentira, las palabras pronunciadas por tan ilustre persona, tienen su vigencia en la actualidad, si nos atenemos a la cadena de iluminados que a diario dan lecciones de lo que es y los debería ser esta maravillosa isla.
ResponderEliminarSe echaban de menos esta clase de artículos
ResponderEliminarEnhorabuena Elías por tu formidable labor
Pues acabo de ver un artículo del 2011 en canarias7, que dicice que hunamuno pensaba que puerto cabras era un pueblo sucio de moros.
ResponderEliminarSeguro que lo leíste en el mismo lugar donde aprendiste a escribir.
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