Fernando Lores Masip
Una breve referencia o análisis sumarísimo de la opción que, con los datos en la mano, parece mayoritaria en las elecciones al parlamento europeo. Me refiero a la abstención.
Con la abstención hemos ganado aquellos que, considerando el corporativismo de la clase política, queremos deslegitimar un sistema de partidos que patrimonializa el estado y la representatividad de la soberanía popular; un sistema democrático en el que los partidos gobiernan haciendo uso ilegítimo del "interés general".
Con la abstención hemos ganado aquellos que, considerando el corporativismo de la clase política, queremos deslegitimar un sistema de partidos que patrimonializa el estado y la representatividad de la soberanía popular; un sistema democrático en el que los partidos gobiernan haciendo uso ilegítimo del "interés general".
Un poco de memoria: el voto (la democracia) es una institución humana (no una fuerza sobrenatural) y por ello histórica, es decir, cambiante. En la actualidad "votar" ha perdido su significado original, en el supuesto de que alguna vez lo haya tenido. Más bien es al contrario, una aproximación distanciada a su funcionamiento nos devuelve una imagen alejada de su sentido etimológico. Una vez la ideología dominante del voto se ha instalado (y el que se sale es tildado de irresponsable, desideologizado o, en el extremo, "radical" o "terrorista") y es instrumentalizada por un grupo corporativo singular y minoritario (clase política, segmentada a su vez, en competencia en el mercado político) el acto del voto se convierte en el mecanismo por el cual se enajena la capacidad política de la sociedad civil (como el salario su capacidad productiva, como el examen su capacidad intelectual), ocultando la relación de dominación política que opera en su seno. Mientras seguimos yendo a votar pensando en derechas e izquierdas (horizontalismo), olvidamos que las coordenadas han ido cambiando por el camino (verticalismo), siendo los de "arriba" (pocos, pero con recursos) los que someten a sus intereses a los de "abajo" (muchos, pero sin recursos), dentro de los márgenes de lo que se llama "gobernabilidad" (el sistema aprieta pero no ahoga) que se convierte así en el arte de gobernar la asimetría.
Ello tiene mayor relevancia cuando los parlamentos (y los gobiernos que emanan de ellos) se constituyen con niveles crecientes de abstención electoral, es decir, que la voluntad de un 46% del censo electoral se impone sobre la del conjunto de los habitantes de un país (más que los incluidos en el censo), lo cual deja muy en entredicho el nivel de representatividad y, en consecuencia, de legitimidad de la autoridad política así constituida. Como abstencionista, no pretendo un vacío de poder, sino utilizar estratégicamente el valor simbólico del voto como principio de delegación y legitimación de la autoridad política con el propósito (y esto no lo tengo claro) de forzar pacíficamente a la "clase política" a redefinir las bases de su contrato electoral, es decir, el acuerdo tácito en virtud del cual unos (representantes) representan el "interés general" de los otros (representados). No me puedo reconocer en una democracia sin demos... sólo cracia. No necesitamos organizarnos para luchar por más democracia; al contrario, precisamos desprendernos de esta idea de organización política tanto como los esclavos de la esclavitud.
No es verdad que "la derecha vota en bloque". El PP ha perdido 3.148.129 votos respecto a las elecciones generales de 2004, y el PSOE 4.993.663 (me he tomado la molestia de contarlos). En mi opinión, los sectores progresistas de la sociedad civil deberían organizarse, no para formar más partidos, sino para dar forma colectiva a la desafección del electorado, concibiendo estrategias de desobediencia electoral (voto blanco, nulo, abstención), de modo que ello no se interprete en clave individualista o de masas abúlicas, sino más bien de todo lo contrario, una posición colectiva de ciudadanos sobradamente informados del grado de desvinculación de la "clase política" respecto al "interés general". Insisto en esta idea: en la actualidad, dada la correlación de fuerzas democráticas (bipartidismo de derechas: PSOE, liberal; PP, conservador), el que vota da su consentimiento para reproducir ad infinitum un sistema de dominación política (democracia) y explotación económica (capitalismo). Y concluyo contra el sentido común: si votas, no te quejes.
yo creo que la organización de la que hablas podrían ser asociaciones de vecin@s y trabajador@s... dos "instituciones" que han sido desmanteladas por los partidos políticos y por los sindicatos (que igual de corporativistas son)... eso si, revisando nuestra idea de asociación, estructura, método de trabajo,... porque también este tipo de grupos, por falta de cultura política y otras circunstancias de eternizable análisis, se han dejado atrapar por las redes clientelares... y porque nadie nace sabiendo como se administra la parcela de poder que nos toca a cada cual...
ResponderEliminarDe eso se trata, yo creo, de que el demos tome y aprenda a administrar el poder... abandonando el infantil victimismo por el que andamos ahora...
llevo años practicando la desobediencia electoral...
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