El perfil del «nuevo pobre» es un hombre, menor de 40 años y que trabajó en la industria de la construcción. De obtener buenos ingresos trabajando por su cuenta, pasó a depender de un subsidio y a acudir a instituciones de beneficencia para comer. Este retrato, es sólo una manera de personalizar los efectos de la crisis en España, ilustrar el crecimiento de la pobreza y explicar las causas del fenómeno.
Pero cuando Esteban, un joven de las afueras de Barcelona, aceptó conversar con BBC Mundo sobre su situación actual y compararla con su vida de hace unos años, descubrimos que su relato encaja casi perfectamente con el perfil estadístico.
«Yo trabajaba en construcción, era autónomo (trabajador por cuenta propia) y tenía contratos con empresas multinacionales. Hacía unos 3.000 euros al mes (US$4.350) y si cogía vacaciones, era un par de semanitas en agosto porque había mucha faena», cuenta. Eso fue en 2004. Esteban tenía 24 años, era soltero y sus ingresos eran superiores a los de casi cualquier profesional universitario.
En medio de esa situación, no le costó mucho que un banco le aprobara una hipoteca. «Pagaba 1.200 euros (US$1.700) al mes por la casa, además de la cuota de trabajador autónomo y otros impuestos», recuerda Esteban, sentado en la sala de su apartamento de cuatro habitaciones.
En medio de esa situación, no le costó mucho que un banco le aprobara una hipoteca. «Pagaba 1.200 euros (US$1.700) al mes por la casa, además de la cuota de trabajador autónomo y otros impuestos», recuerda Esteban, sentado en la sala de su apartamento de cuatro habitaciones.
Nunca me lo imaginé
Llegó 2009 y las empresas con las que Esteban tenía contratos dejaron de llamarlo. Tuvo que dejar de pagar la tasa como trabajador autónomo (unos 250 euros al mes) y se fue a probar suerte en Andalucía, lejos de su esposa y sus padres. «Estuve nueve meses, pero cuando se acabó el trabajo allí también, tuve que regresar», recuerda. Tuvo que hacer un arreglo con el banco para que le dejaran pagar solo los intereses de su deuda y comenzó a recibir un subsidio de desempleo, del que solo le quedan 30 euros (US$43) después de pagarle al banco.
«El internet y el teléfono, que los necesito para buscar trabajo, me los pagan mis suegros», explica. Para alimentarse ha tenido que recurrir a una obra de beneficencia, que les entrega un paquete de alimentos cada tres semanas.
«Yo siempre he sido bastante independiente, estoy acostumbrado a resolvérmelo todo yo mismo. Nunca me imaginé que tendría que ir a pedir comida. Les estoy muy agradecido, pero nunca pensé que yo iba a necesitar que me dieran de comer», dice. Y mientras no encuentra trabajo, tampoco ha tenido suerte con los cursos de formación para desempleados que financia el gobierno. «Comencé un curso de Técnico Asistente Sanitario, pero nos faltó un módulo y las prácticas. Ahora dicen que no hay dinero para completarlo».
Y aunque el Gobierno asegura que ya se aplicaron los correctivos para comenzar a superar la crisis, los pronósticos de los expertos no parecen muy alentadores para casos como el de Esteban, que es el de millones de españoles.
«El número de personas por debajo del umbral de pobreza aumentará en 2011 y quizás algunos años más, debido al elevado nivel de desempleo y a que las perspectivas de creación de empleo a medio plazo son muy bajas», vaticina el profesor González Calvet.
Lo peor — apunta Jordi Roglá — es que estamos presenciando una cronificación de la pobreza, es decir, un deterioro físico y emocional de la persona. Estas personas, cuando las necesitemos para el mercado laboral, no estarán en condiciones de incorporarse.
No es difícil trasladar el caso a Canarias.
MÁS INFORMACIÓN: http://fuerteventuralimpia.blogspot.com
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