Es claro que Canarias no es un ejemplo en lo que se refiere a la gestión de espacios protegidos. Se hicieron dos leyes de proteción bastante lúcidas y oportunas, pero nunca se ha llegado al fondo de los derechos de los propietarios de espacios protegidos ni del potencial de Uso y Gestión que pueden y deben tener esos espacios protegidos. Se protegen sobre un plano y se olvidan. La multiplicidad de competencias concurrentes y el confuso proceso de traspasos o delegaciones de competencias hacen del territorio protegido un asunto difícilmente inmarcesible.
Desde hace años las administraciones públicas son taxativas en la prohibición, pero incompetentes en la propuesta concreta para poner en valor esos territorios protegidos. Eso se ha traducido en un extrañamiento de los ciudadanos, sobre todo los vecinos de esos lugares protegidos que observan el futuro como una nube siempre gris y llena de pesimismo.
Paradigma del mal hacer ha sido el Gobierno insular del señor Soria. Con presupuesto excedente, no tuvo tiempo ni ganas de atender esos espacios con las medidas pertinentes. Y si no le son exigibles ideas brillantes que no se pueden esperar del hoy vicepresidente del Gobierno, sí era su obligación arbitrar los medios que tenía en su presupuesto para que las cumbres de la isla no estuvieran desantendidas: debido a la escasez de lluvias, la cobertera vegetal tenía tal grado de sequedad, y la ausencia de medidas preventivas contra el fuego eran tan alarmantes que sólo la suerte nos hubiera librado este verano de una desgracia. La suerte que no tuvimos.
¿Se pudo evitar? Nadie lo puede aseverar. ¿Se pudo hacer más? Sin duda, el Cabildo pudo hacer bastante más. La vertiente positiva de la desgracia la han puesto los líderes políticos actuales, José Miguel Pérez, desde el Cabildo, y Paulino Rivero, desde el Gobierno. Ambos se han felicitado con razón del buen funcionamiento que ha tenido la coordinación entre estos dos niveles de lo público con el Estado, que ha contribuido de modo decisivo para que el terrible incendio no tuviera peores consecuencias.
Extraído de Canarias Ahora
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El día que empezó esta desgracia, ví en la tele como los vecinos de la zona denunciaban en directo que aunque el fuego se inición a las 10 de la mañana, después de que hubiera habido otro conato en la misma zona a las 5 de la madrugada, no pudieron acudir al lugar los bomberos por no tener la orden preceptiva de medioambiente,en base al protocolo, hasta eso de las 4 de la tarde. Yo no sé si esto será así, pero no me extrañaría nada... Si es cierto, estariamos hablando de una presunta negligencia que significaría que algo que podía quedar en nada o casi nada, sigue arrasando hoy por hoy la isla. Se habla mucho de la política del cabildo de no dejar sacar la pinocha, lo cual es grave, pero me desconcierta mucho que no se haga hincapié en esto otro. Creo que, de ser cierto, sería GRAVÍSIMO, y ya no se trataría sólo de pirómanos desalmados y de calor y viento, sino de ¡¡¡SEIS horas, las primeras y más importantes para que un conato se convierta en un pavoroso incendio de dimensiones dantescas, en las que no se hizo nada!!! Alguien de la zona puede certificar o desmentir esto por favor? Gracias.
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