Mañana del miércoles. Me despierto con un poco más de pereza de lo habitual en Padang, en el Hotel Emanuel. Escucho a unos surferos hablar con un acento raro y averiguo que son de Marruecos y me dicen que se van a ir a surfear a las islas Mentaways, que es de donde yo había llegado el día anterior. Hablo con ellos y les doy toda la informacion de cómo quedarse, para dormir, qué hay que llevar y cómo moverse para surfear. Parecen muy emocionados con ir, a mí me gusta siempre ayudar. Me despido de ellos porque tengo que ir a internet a mirar unos emails y confirmar unos vuelos, y no pasados ni 10 minutos empiezo a sentir que el suelo empieza a temblar. Todo se mueve. Me levanto y pienso ¡Joder es un terremoto! Salgo corriendo del salón de internet y me pongo en la carretera donde hay más gente. Sin embargo, la fuerza empieza a aumentar, las piernas no me aguantan, veo como el suelo se resquebraja y las motos y los coches dan saltos a un lado y a otro de la calzada. Todo vibra todo salta todo se mueve la gente se cae al suelo y los muros de las casas se caen. Es entonces cuando pienso que se acabó todo, voy a morir y así lo he sentido. Me sujeto con las manos en el asfalto caliente y tengo miedo, la dureza sigue subiendo hasta que de repente... se para.
Todo el mundo llora, todo el mundo se abraza, todos tienen miedo, algunas mujeres mayores rezan, yo sonrío, y no me creo lo que acaba de pasar. Vuelvo al salón de internet y descubro que el lugar donde yo estaba esta hecho un desastre: un muro caído, todo lleno de polvo, de cemento, todos los ordenadores tirados por el suelo. Decido ir al Hotel Emanuel y observo que en el camino hay cantidad de edificios destruidos e incendios por toda la ciudad. Es un horror. Intento hacer llamadas pero el teléfono no funciona, no hay línea.
Llego al hotel y mucha gente está llorado fuera. Todos estan bien hay algunos heridos pero sin mucha importancia. Me impiden entrar al hotel a por mis cosas, y me percato de que la segunda planta esta derruída, que todo se ha perdido allí, entre ellas las de unos amigos de Nueva Zelanda que afortunafamente estaban bebiendo cervezas en el bar de enfrente. Todas las paredes estan resquebrajadas. En la primera planta todos los armarios por el suelo y hay escombros. A pesar de todo, consigo llegar hasta mi habitación y veo que esta bien. Hay algo de escombros pero las paredes tienen algunas grietas aunque se mantienen en pie. Cojo algo de dinero, me pongo los playeros, salgo a la calle y me dirijo a una tienda de surf con una rampa de skate donde había conocido a gente maja el día anterior.
Empiezo a descubrir una ciudad desolada. En el camino encuentro a Fatma, una mujer musulmana que regenta un restaurante. Le pregunto por su familia pero ella no contesta, tiene la mirada perdida, solo reza y tiene los ojos con lágrimas. Esta en estado de shock. Me siento muy triste, sigo intentando contactar con amigos pero las líneas siguen sin funcionar. En el camino encuentro casas en llamas, templos destruidos, mezquitas en llamas y llego hasta un edificio que conocia bien. Allí se reunía gente joven para jugar al billar. Hay un hotel en la parte de atrás y una piscina que esta totalmente destrozada. La primera planta esta cedida y la segunda tiene unas ventanas que algunos chicos jóvenes intentan romper con sillas y barras de metal para sacar a la gente. Es muy peligroso, el edificio esta a punto de caerse completamente y hay mucha gente dentro. Cojo una escalera y una silla y rompo todas las ventanas que puedo de la segunda planta. Me doy cuenta de que todas estan tapadas por armarios y escombros. Los residentes dicen "¡hay un amigo, hay un amigo!" Algunos se cuelan por agujeros para salvar a sus amigos. Yo entro por una esquina al segundo piso con dos locales y descubro a un chico joven atrapado por una columna y le pido a otra persona ayuda para socorrerle. Él me contesta "suda mati" (ya está muerto) "suda dingin" (esta frío).
Sigue habiendo gente atrapada. Se oyen gritos. Yo no me atrevo. Bajo a la calle otra vez con la frustración de no haber podido hacer nada y un residente me llama y me dicen que hay gente en la parte de atrás. Rodeamos el edificio, subimos por una farola y nos subimos en la cornisa. Todo es muy peligroso, hay otro edificio a lado del que salen unas voces pidiendo auxilio. Cojo una barra de ferralla para facilitar las labores de rescate, pero descubro que las voces salen del piso primero. Hay toneladas de escombro que lo separan. Empiezo a escarbar y les pregunto en qué habitacion estan. Otra gente anda por la cornisa y rescata a otros entre los escombros.
Siguen saliendo voces de auxilio, pero por mucho que escarbo hay toneladas de muros y es peligroso mover escombros porque se puede producir un derrumbe. Entonces lloro de impotencia. Sé que no puedo hacer nada. Me asomo por la cornisa y grito "ayuda aqui hay gente atrapada". La gente me alumbra con las linternas porque se esta haciendo de noche y me piden calma. Bajo a la calle muy nervioso y encuentro a los chicos neozelandeses. Les digo que hay gente arriba gritando. Veo que se les cambia la cara y decidimos entrar con unos nativos en la primera planta del edificio, lo cual es muy peligroso puesto que el techo esta caído. Tras intentarlo, asumimos con mucho pesar que no se puede acceder a las habitaciones. Gritamos si hay alguien y agachados conseguimos llegar a las escaleras.
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